07 junio 2006
ZP y el día de la bestia

Hoy es 6 de junio de 2006 o, de dicho de otro modo, el 6-6-6, el símbolo del maligno. Si le preguntamos a España quien es el innombrable, la bestia que se ha apoderado de su alma para destruirla, sin duda señalará a Zetapé. Para España, hoy 6 de junio de 2006 es el día de la bestia, el día del presidente Rodríguez.
La bestia se ha apoderado de la voluntad de los españoles y decide por todos en cuestiones que a todos afectan sin que se le opongan más que aquellos que lograron mantenerse lejos de ella y su influencia.
La bestia ha echado su siniestro manto sobre los sucesos del 11-M y sus seguidores conspiran para que nunca se sepa quien fraguó y ordenó la masacre.
La bestia sometió a la justicia hasta perder su equidad y convertirla en un instrumento más al servicio de sus pérfidos designios.
La bestia continuó su lucha contra el cristianismo y dirigió sus embestidas contra la Iglesia tratando de asfixiarla y suplantarla en las creencias de los españoles.
La bestia trató de secar las fuentes donde nuestra juventud bebía la moral de sus mayores, imponiéndoles a cambio una nueva teología que todo lo permitía.
La bestia hizo de ello su bandera y el “divide y vencerás” lo fomentó dondequiera, destrozando nuestra España y regalando prebendas a los que metían cizaña.
La bestia contaminó la política y la ley y la milicia, instalando la mentira, el rencor y la injusticia hasta que nadie creyó en ellas aunque fueron ejemplares.
Pero la bestia, reencarnada una y otra vez en gobernantes perversos, inmorales y perjuros no ha hecho otra cosa que engañar y traicionar durante siglos, acompañada de una legión de oportunistas inmundos que nunca, en ningún lugar ni tiempo, dudaron en matar y asesinar en nombre del marxismo y en busca del poder.
Hoy es 6 del 6 del 2006 y Zapatero está en su apogeo, en la cima de su traición a la rectitud, la dignidad y la vergüenza.
Hoy Zapatero triunfa sobre la democracia y la justicia pero, también todos lo saben, el mal siempre resultó vencido y la bestia, la que nos tocó vivir en este siglo que corre, no disfrutará su triunfo, porque aun ganando batallas tales triunfos nada valen cuando se pierde la guerra.
Y la bestia finalmente perderá.