Algo que el presidente Rodríguez no debería olvidar
– ¡¡Sí, juramos!! –


26 febrero 2010

ZP y la "robolución" de los cobardes



Con el imperio soviético moría una ideología que nació para salvar al mundo y forzar a la humanidad a la felicidad absoluta y a la justicia total.

Por esta idea afrontaron la muerte con alegría y honor obreros, intelectuales y otras gentes de bien, convencidas de que se sacrificaban por la especie humana y el bienestar de la humanidad.

En todo el mundo surgieron emuladores de los victoriosos líderes de la revolución de Octubre que creó en 1917 la gran patria soviética. Mataron y murieron, torturaron y fueron torturados por esta idea redentora que, al final de un camino doloroso, prometía paz, libertad, bienestar, perfección y plenitud.

Pero en sólo siete décadas, después de su primer gran triunfo, los resultados de esta aventura son trágicamente elocuentes. Mas de cincuenta millones de personas murieron en su nombre en la URSS. En China, posiblemente muchas más, los datos oficiales hablan de sesenta millones de muertes. Desconozco si incluyen el periodo de la revolución cultural o son imputables al periodo de asentamiento del comunismo en China... En Camboya acabó con la cuarta parte de la población.

Decenas de millones de soviéticos y europeos orientales sufrieron sus campos de trabajos forzados o fueron muertos. Alemania Oriental, Rumanía, Hungría, Checoslovaquia, Polonia...

En todas las partes del mundo hubo mártires que entregaron sus vidas por los demás, creyendo de buena fe que sus ideales eran honorables y justos.

Hoy ya sólo quedan apologetas y demagogos que siguen defendiendo aquel fracaso desde la sociedad de consumo donde están instalados y de la que disfrutan sin arriesgar nada, incapaces de sacrificio alguno por causa alguna. Sólo saben dogmatizar sobre el papel.

Estos cobardes, nuevos burgueses de izquierda, muchos de ellos acomodados, siguen arremetiendo contra todo aquello que acabó con su utopía, pero serían incapaces de arriesgar su vida por todo eso que tan arrogantemente defienden desde la pluma o el teclado.

Son tan cobardes que aprovechan cualquier oportunidad para intentar ridiculizar y desprestigiar incluso a los militares que trabajan desinteresadamente en Irak, donde ellos no tienen pantalones ni para ir a repartir agua. Hay mujeres soldados que conducen camiones de provisiones por carreteras expuestas a todos los peligros, que seguramente no tienen la capacidad intelectual de estos predicadores de la renovación total, pero que les dan mil lecciones todos los días de lo que es la entrega a una causa, el sacrificio por el bien común y la solidaridad que estos Mesías nos sermonean a diario desde su cómoda atalaya.

Sin exponer nada, se han apropiado de cuanto tenía de noble aquella utopía y de cuanto sacrificaron los demás por ella. Han robado lo único que valía la pena conservar de aquello: La dignidad de los que lo sacrificaron todo por un ideal.

Aquellos eran revolucionarios. Estos son robolucionarios. Ya vale de cínicos hipócritas, defensores de regímenes asesinos. Ya está bien de cobardes profesionales del marujeo antiespañol.

Por su parte, sin mover un dedo para evitarlo, estos aburguesados chupópteros siguen creyéndose los salvadores de la humanidad desfavorecida y los llamados a cambiar el mundo mientras viven mejor que los trabajadores que lo hacen andar.

Estos progres de Visa Platino y chalet en la playa todavía siguen vendiendo su marxismo teóricamente solidario con la pobreza. Y la misma plebe que los victorea, aunque cada vez menos, será la que los eche cuando, poco a poco, terminen por darse cuenta de sus mentiras.

No queremos otra robolución. Y menos la de estos embaucadores.

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Nota:

REANUDADA LA PUBLICACIÓN EN FEBRERO 2010.

Los anteriores capítulos quedaron completos y cerrados.