Algo que el presidente Rodríguez no debería olvidar
– ¡¡Sí, juramos!! –


12 junio 2006

ZP y la cobardía ciudadana-2

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El “arte” de los cobardes se vuelca en ofender al catolicismo.
Cristo predica con un misil y un tanque es llevado a hombros
semejando un trono de Semana Santa.- (Feria Arco 2006)


Hemos visto la cobardía generalizada en la ciudadanía española, especialmente acusada en la vasca y catalana. Hemos visto también a los valientes que salen a la calle y a los que les apoyan. Hemos visto a los héroes que mantienen sus principios a pesar de que ponen en peligro sus vidas pero nos quedan por ver a los cobardes individuales.

Además del rebaño cobarde están los individuos cobardes, los especimenes cobardes. Son los que callan y otorgan, los que se prestan al juego de los terroristas y de los políticos vendepatrias, los que se someten al poder esperando sus migajas, son también los mismos bufones siempre dispuestos a utilizar su labia para halagar al poder y apoyar sus tesis, sean cualesquiera.

Los vemos entre los profesionales de la Ley que dictan justicia de forma injusta y que aprovechando su conocimiento de las leyes buscan la forma de envolver en legalidad lo que en cualquier otro lugar hubiera sido perseguido. Lo vemos entre los jueces que se niegan a procesar a terroristas que burlan las leyes o que aparentan la investigación de un sumario cuyo dictamen y fin ya estaba escrito. Lo vemos entre los fiscales cuya misión no es otra que perseguir el delito pero que en un acto de oprobio y degradación profesional se dedican a justificar a los delincuentes cuando no a ponerlos en libertad.

Los vemos dentro de las fuerzas de seguridad del Estado, donde más de uno podría testificar en contra de la actuación de algunos servidores de la Ley, posibles colaboradores de la masacre del 11-M que han proporcionado pistas falsas para que no se descubra la verdad, pero que sin embargo permanecen callados cuando podrían dar un vuelco al estado actual de las cosas si destaparan cuanto saben y nos llevaran a la verdad. Su miedo es comprensible porque saben que se enfrentan a quienes no dudaron en matar a doscientos inocentes para conseguir sus fines, pero sólo son valientes quienes corren ese riesgo. Ellos forman parte del rebaño de los cobardes.

Los vemos en el Ejército, entre los militares de alta graduación que en privado dicen una cosa pero en público guardan silencio al amparo de un mal entendido deber de neutralidad así fomentado por quienes buscan en ello su impunidad. Lo dijo el ministro antes de verse obligado a actuar en contra de sus propias declaraciones: “Yo no puedo sentirme molesto porque un militar coja la Constitución, la lea y la defienda, que lo que me preocuparía es el militar que no quiere leer la Constitución porque está en contra de ella. Aquí en este país nos ha preocupado cuando los militares no son constitucionalistas, pero, claro, que los militares se declaren defensores de la Constitución, pues sólo faltaría que les arrestara el ministro de Defensa por defender la Constitución... ¡Hasta ahí podíamos llegar!”.- A los cobardes los vemos entre los militares que hacen el juego al Gobierno en contra de los intereses e integridad de España a cambio de un ascenso y de ocupar el sitio de los destituidos por su lealtad a la patria común e indivisible, que tenían la obligación de defender.

Los vemos entre los profesionales de la información, vendidos al mejor postor y participando activamente en las mentiras y ambiciones de los políticos que aspiran a subir y mantenerse en lo alto del poder. La profesión periodística, importante donde las haya debido a su capacidad de crear opinión y digna siempre que se dedique a informar con honestidad e imparcialidad en lugar de deformar, ocultar, omitir, manipular y mentir, ha sido prostituida no ya por gentecilla que aspira a situarse aunque sea de lamebotas, sino por personajes de reconocida pluma y fama –dejemos lo del prestigio porque eso es otra cosa– que nunca tienen bastante y aspiran a su propio periódico, canal de televisión o cadena de radio. Los acontecimientos del 11-M pusieron al descubierto a algunos de estos despreciables mercenarios del poder mediático y la ascensión al poder del presidente Rodríguez ha seguido destapando a muchos otros.

Los vemos y nos sorprende –quizás no debería extrañarnos– que no sientan vergüenza ante su evidente cobardía, entre los que hacen burla y ofenden a los católicos pero no se atreven a hacer lo mismo con los musulmanes, a quienes, por el contrario, nos quieren presentar como una religión de paz mientras nos amenazan por unas caricaturas y en otros países asesinan a cristianos. Numerosas son las ofensas al catolicismo gracias a que esa es la auténtica religión de paz y por ello no representa ningún riesgo para esos valientes. Si el catolicismo les pusiera bombas vendrían a lamernos las manos y a darnos golpecitos en la espalda. Todo por cobardía, al igual que hacen con el Islam.

Y finalmente lo vemos entre los políticos que se han dejado comprar por la cuota extra de poder que piensan les va a proporcionar el nacionalismo. Pero estos no valen la pena un comentario porque por encima de su cobardía personal sobresale su ambición. Es el mismo caso de los titiriteros capitaneados por los Bardem y de otros colectivos arrimados a chupar del bote como forma de vida ya que son incapaces de ganársela con sudor y sacrificio como el resto de los españoles.

Por enésima vez, para todos ellos, mi desprecio.

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Nota:

REANUDADA LA PUBLICACIÓN EN FEBRERO 2010.

Los anteriores capítulos quedaron completos y cerrados.