Algo que el presidente Rodríguez no debería olvidar
– ¡¡Sí, juramos!! –


27 febrero 2010

ZP y Al-Andalus



Las auténticas andaluzas entrenando


Rodríguez Zapatero, el presidente del Gobierno de España que presume de no ser un nacionalista español, estará contento. También Andalucía tiene su germen nacionalista y hay quienes reivindican la patria andaluza, de forma que se abre un nuevo mercado de negociaciones en el futuro y si se ve muy apurado incentivará el separatismo andaluz, lo propagará y lo generalizará para volver a amarrar, a través del nacionalismo subvencionado, un feudo que peligra.

Y unos y otros en connivencia con los musulmanes, porque una gran mayoría del mundo musulmán piensa que una parte de España, Al Ándalus, fue suya y que debe ser reconquistada. Muchos saben que se conoce como al-Ándalus al territorio de la Península Ibérica –y no sólo Andalucía– bajo el poder musulmán durante la Edad Media, entre los años 711 y 1492.

A pesar de que los musulmanes llegaron a una tierra que era nuestra y se aposentaron hasta que la recuperamos y los echamos, los musulmanes de hoy –cinco siglos después– siguen aspirando a sus antiguos feudos como si Hispania siempre hubiera sido suya y los hispanos la hubiéramos ocupado y colonizado.

Pero antes de la llegada de los musulmanes, Hispania ya era un reino y sus pobladores mayoritariamente cristianos desde hacía siglos. Antes que los musulmanes otros pueblos –fenicios, cartagineses, romanos, visigodos– se habían asentado en la Península Ibérica y nos habían dejado su huella, de distintas raíces pero nunca musulmana y principalmente latina y cristiana.

Cuando los musulmanes llegaron Hispania era el reino de los visigodos, cuya evolución corría pareja con la de otros del occidente europeo de entonces y, aunque atravesaba por una época de depresión demográfica y dificultades políticas, su identidad religiosa y cultural era sólida y homogénea.

Ben Laden, el mayor terrorista musulmán contemporáneo, es uno de los que –poco después del atentado del 11S en New York– hacía llamamientos al mundo musulmán para “recuperar Al-Andalus”, a través de la organización Al Qaeda y la televisión Al-Yazira. Ben Ladem en persona, o a través de alguno de sus comandantes, ha amenazado a España, como “aliados” de USA, desde su primera fatua -“Declaración de Guerra”- en agosto de 1996. Directamente a España y los españoles unas 22 veces desde el 7 de octubre de 2001.

Pero también otros musulmanes, patéticos españoles generalmente reconvertidos ideológicamente desde la extrema izquierda (1), conversos al islam para seguir teniendo un faro que dirija sus vidas una vez que la utopía comunista se les acabó, insisten en la quimera de Al-Andalus hablando de la identidad perdida que han de recuperar los andaluces como si no hubieran tenido otra más que la musulmana.

Aunque si queremos conocer el pensamiento de estos renegados españoles, nada como echar un vistazo a Blas Infante, el iluminado convertido al islam que ha sido designado “Padre de la Patria andaluza” (2) por una cuadrilla de politiquillos interesados en tener su propio Sabino Arana, inventor de naciones, símbolos, vocabulario y hechos inexistentes.

Blas Infante escribía, entre otras muchas idioteces fruto de su ignorancia histórica no exenta de manipulación: «El pueblo andaluz fue arrojado de su Patria (…) por los reyes españoles y unos moran todavía en hermanos, pero extraños países y otros, los que quedaron y los que volvieron, los jornaleros moriscos que habitan el antiguo solar, son apartados inexorablemente de la tierra que enseñorean aún los conquistadores».

Este grotesco personaje es descrito por los musulmanes españoles como alguien que «perteneciendo a la burguesía andaluza, abraza la causa de los jornaleros, de los descendientes de aquellos moriscos que la terrible conquista Castellana dejara sin tierras. Tras recibir una formación académica donde la historia de Andalucía no existía, sino a través de la visión sesgada e interesada de los colonizadores castellanos, la revisa, dándonos las claves y el camino para la recuperación de la memoria histórica, oculta tras quinientos años de aculturación. Y por último, lo que más puede molestar a los representantes de las instituciones, del poder, de la enseñanza, un Blas Infante que naciendo cristiano se reconoce musulmán, recuperando el camino del islam de sus antepasado».

Es digno de mención que estos musulmanes de sangre y raíces españolas nunca hablan de “reconquista” sino de conquista castellana, dejando sentado que no se reconquistó algo que era español sino que se conquistó algo que era musulmán. Por el contrario, en su caso no hablan de conquista propiamente dicha, sino de recuperación de un bien propio largamente expoliado, de una vuelta a casa, ya que para ellos muchos andaluces viven en el destierro y moran en países extraños.

Estos “andaluces auténticos” y otros andaluces y políticos despreciables son los que quieren entregar Andalucía a la morisma y someter a los andaluces a las leyes islamicas. Para ellos, Andalucía era el paraíso hasta que fue invadido y conquistado por los castellanos. Después habían llegado la miseria y la opresión españolas, aunque aliviada por colaboradores como Zapatero.

Naturalmente, para ellos la historia de Andalucía ha sido falseada y tergiversada por los conquistadores hasta conseguir borrar la realidad del pueblo andaluz. Algún “intelectual” lo cuenta así: «Los conquistadores castellanos nos robaron nuestra propia identidad. El terror impuesto a los vencidos hizo que adoptáramos de inmediato las señas de los vencedores. El ocultamiento fue pan nuestro de cada día, hasta que al final nos creímos aquello que nos contaban». Justamente lo contrario de lo sucedido, fuimos los españoles los que hubimos de hacernos musulmanes para sobrevivir. Ellos le han dado la vuelta a la Historia y han hecho suyo lo que sucedió con nosotros, los que estábamos en nuestra propia tierra (3). En un próximo artículo hablaremos de ello (ZP y Al-Andalus-II)

Bueno, pues ya lo saben; los andaluces somos musulmanes que tuvimos que ocultar nuestra identidad ante los conquistadores españoles y con el paso del tiempo hemos perdido nuestra verdadera identidad, que ahora hay que recuperar, junto con el territorio, para el islam. Imagino lo que pensarán las andaluzas sobre dejarse pegar por un descerebrado musulmán. Estos promotores del islam a lo más que pueden aspirar es a invadirnos de moritos foráneos.



Notas:

(1) Un ejemplo todavía desconocido es el de Gaspar Llamazares, hasta hace poco Coordinador General de Izquierda Unida. Al parecer y según algunos foros de Internet que así lo afirman, la conversión de Llamazares al Islam ha sido uno de los secretos mejor guardados dentro de su entorno, aunque siempre se ha mostrado pro-musulmán y ha defendido sus exigencias y pretensiones. Según informaciones que poco a poco se van conociendo, Llamazares habría sido aleccionado doctrinalmente y durante meses por una de las principales autoridades que la religión musulmana tiene en España. Al parecer, durante meses "y con asesoramiento experto", Llamazares ha estudiado y meditado sobre el Corán y sobre numerosísimos tratados religiosos que "le han podido llevar a encontrar la paz interior que todo ser humano busca”. “Es corriente”, prosigue la misma fuente, “que muchos comunistas europeos terminen abrazando la fe musulmana”. En ese sentido apunta un dato sin duda terminante: el 70 por ciento de los españoles convertidos al Islam en los últimos 15 años procede de organizaciones pertenecientes a la izquierda radical o a grupúsculos antisistema.

El tiempo lo dirá y desde luego, de ser cierto, no se hará público mientras el interfecto considere que ello le perjudicaría. Desde luego no está la cosa como para presumir de musulmán. Habrá que esperar a que deje la política.

Lo llamativo de estas conversiones es su incongruencia. Pero ¿no quedamos en que la religión era el opio del pueblo? No creen en Dios, son ateos pero abrazan una religión donde su dios lo es todo y gobierna la vida del pueblo en todos los ámbitos, incluido el familiar, judicial y político, etc.

Además, el comunismo, al que con tanta convicción y fanatismo se adhirieron, hace bandera de la igualdad, todos somos iguales y tenemos los mismos derechos, pero se hacen musulmanes y suscriben unos preceptos por los que la mujer ya nace inferior al hombre y tiene la mitad de sus derechos. A pesar de tanta incoherencia, resulta que cuanto más a la izquierda más cerca del islam están. Siguen a la deriva.


(2) En 1983 el Parlamento de Andalucía aprueba por unanimidad el Preámbulo del Estatuto de Autonomía para Andalucía, que reconoce a Blas Infante “como Padre de la Patria Andaluza e ilustre precursor de la lucha por la consecución del Estatuto de Autonomía para Andalucía”. En aquella época, se necesitaba un “icono” y unos símbolos que aglutinaran a los andaluces en torno a la clase política. En la incipiente democracia, tras una transición no exenta de problemas y de concesiones por parte de los partidos de izquierda, el Partido Socialista Andaluz (P.S.A.), consigue meter un gol a los partidos centralistas con el nombramiento de Blas Infante como “Padre de la Patria Andaluza” y la aceptación de los símbolos adoptados por él en la Asamblea de Ronda, la bandera con los colores musulmanes verde y blanco, el escudo, etc. Como “icono”, reunía todas las características exigibles: mártir, asesinado por la derecha “españolista” y representante de aquel intento autonomista que la dictadura del general Franco truncó.

Lamentablemente, todavía hay gentes como Javier Arenas, del PP, que por lo visto ignoran todo de Blas Infante pero defienden tal “icono” con orgullo saliendo al paso de quienes lo atacan. Ni por esas conseguirá la presidencia de Andalucía.


(3) El Islam no permitía cobrar impuestos a sus seguidores, por lo tanto, era el infiel quien debía pagarlos. El califa Omar lo expresó claramente en sus escritos: “Debemos vivir a costa de nuestros cristianos y nuestros descendientes a costa de los suyos, mientras el Islam exista”

Al principio, los impuestos eran un tanto llevaderos, pero pronto llegaron a ser casi insoportables. Había que dar de comer a miles de invasores gorrones. Esto originó muchas conversiones, sobre todo en las clases bajas para quienes era imposible sobrevivir en aquella situación, viéndose empujados a formar parte del pueblo y cultura musulmana para que su cosecha no les fuera arrebatada. De esta forma, la mitad de la población llegó a ser musulmana, aunque mayoritariamente de adopción, por conveniencia.

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Nota:

REANUDADA LA PUBLICACIÓN EN FEBRERO 2010.

Los anteriores capítulos quedaron completos y cerrados.